Dos niñas que juegan, se abrazan y ríen, ajenas a los múltiples
problemas de la civilización actual. Estas dos pequeñas, además de afectos,
risas y sueños de felicidad, comparten una misma naturaleza humana que precisa
de los demás para desarrollarse plenamente y construir su identidad personal y
social.
Como ya dijera el gran
Aristóteles, solo a dioses o bestias les pertenece el vivir aislados, pero como
somos personas, ese no es nuestro caso.
Leyre Leoz Beltrán
IES Zizur