Si bien todos los caminos
llevan a Roma, cierto es que cada uno elige el que toma. Generalmente son
caminos pedregosos, pero no demasiado costosos. Para llegar sanos y salvos tan
sólo habremos de preocuparnos de estar al tanto para saltar todo aquel
obstáculo que no podamos esquivar, así como de rodearnos de quien nos sepa
valorar. Deberemos tener en cuenta que muchas veces no será fácil, pero si
vamos con paso seguro, Roma emergerá ante nuestros ojos sin necesidad de ningún
conjuro.
Elba Beraza Ibáñez
IES Zizur