Vivimos dentro de nuestra cultura y, por eso, no podemos darnos cuenta. A veces, la soledad que sentimos
en el campo hace que podamos observar, como si estuviésemos fuera, la ciudad.
Lo que tiene de extraño y lo que tiene de nosotros. Sólo desde lo natural cobra
sentido lo artificial. Ver una ciudad desde un árbol nos lleva a nuestro
pasado más remoto y nos hace ver cómo la ciudad se inserta en nuestra
naturaleza, hasta hacerse una única realidad.
Ximena Jaya Prado
IES Marqués de Villena