Pobres de nosotros si siempre viviéramos encerrados en nosotros
mismos. Pobres de nosotros si no pudiéramos comunicar nuestros pensamientos,
nuestras ilusiones, nuestros afectos, al mundo exterior. Pobres de nosotros si
siempre viviéramos en una habitación triste y gris. La fotografía que he
elegido para este certamen es eso, una habitación triste y gris. Creo que
representa muy bien cómo serían nuestras vidas si nunca pudiéramos comunicarnos
al exterior. Necesitamos dar a conocer al mundo lo que sucede en nuestro
interior. Necesitamos abrir esa ventana y dejar que un soplo de aire fresco
invada nuestra habitación y que los rayos del sol exterior calienten y
enriquezcan nuestras almas a la vez que nosotros enriquecemos al mundo con
nuestra presencia.
Por eso la libertad de expresión, más que un derecho, es una necesidad, una
obligación.
Ramón Díaz Perfecto
Colegio El Redín, Pamplona