Una mentira dicha mil veces se convierte en una verdad. Por eso la mayoría se mitifican y se convierten en refutables creencias tan inalcanzables como imposibles de contradecir. Y así pasan a ser hechos eternos y la razón de creer en ellos es más factible ya que, como bien dijo Aristóteles: “Algo eterno es más perfecto que algo creado”.
Incluso el simple hecho de pasar por debajo de una escalera resulta temerario porque, sea verdad o una superstición ¿quién es capaz de desafiar a la suerte o a la creencia que todos temen?
Ahora dime, ¿alguna vez te has preguntado si es cierto todo lo que te han contado? Si alguna vez has cuestionado los mitos, ¿por qué sigues creyendo en ellos?
Lorena Albillos Muñoz
Colegio Escolapios Calasanz