Las nuevas tecnologías son, en
la mayor parte de los jóvenes, un pozo al que van a parar inútilmente nuestras
horas. Sin embargo, hay algo que no cae al pozo, o no siempre lo hace: nuestra
capacidad autocrítica. Quien, tal como lo hace la chica de la imagen, es capaz
de evaluarse a sí mismo y poner en tela de juicio el modo de vivir
mayoritariamente asumido, también en lo relativo al uso de la tecnología, será capaz de conocerse mejor, de
conocer la sociedad a la que pertenece. En este sentido, la tecnología puede
ser incluso una ayuda. Más allá del daño que pueden producir si son utilizadas como
muros para la identidad, y de las puertas que abren al avance de la técnica,
las nuevas tecnologías llevan escondido en algún misterioso lugar de cada
teléfono, televisor, ordenador, etc., un diminuto espejo al que podemos mirar para
descubrir y conocer mejor lo más importante de la tecnología: nosotros.
Ismael Oroz Caballero
Colegio Irabia-Izaga