Alrededor de otoño hay un momento en el que no es raro levantar la cabeza al cielo y ver un grupo de cigüeñas emigrando hacia África en busca de resguardo para el invierno. Lo hacen por necesidad y no por gusto. Ningún otro animal les impide elevar el vuelo. Lo promueve su instinto animal y sin embargo parecen más libres que nosotros. Somos los únicos animales que hemos dividido el territorio y no permitimos el libre movimiento entre nuestra propia especie. ¿Qué nos ha llevado a tomar estas decisiones? Mientras arreglemos este problema, las cigüeñas seguirán marchando y regresando libres.
73610576L-2